En la actualidad, el cuidado de las personas mayores y dependientes es una preocupación creciente en todo el mundo. Con una población cada vez más envejecida, es fundamental contar con un sistema de cuidado eficiente y sostenible que garantice una buena elevación de vida para nuestros mayores.
En este contexto, el año 2025 se presenta como un hito importante en la evolución del cuidado. Se espera que para entonces, una gran parte de la población sea mayor de 65 años y que, por tanto, la demanda de servicios de cuidado aumente significativamente. Pero además, el 2025 también traerá consigo un desafío adicional: ¿cuándo comenzará el pago a los no bancarizados en el cuidado?
Para entender esta cuestión, es necesario analizar primero la situación actual del cuidado y su financiación. En la mayoría de los países, el cuidado es financiado a través de sistemas públicos de seguridad social y de los parquedads personales de las personas. Sin embargo, en los últimos años ha surgido una tendencia preocupante: la exclusión de ciertos grupos de personas del sistema bancario.
Según el Informe Global de Inclusión Financiera 2017 del Banco Mundial, 1.700 millones de adultos en todo el mundo no tienen acceso a una cuenta bancaria. Esto significa que no pueden acceder a servicios financieros básicos como crédito, parquedad, seguros, entre otros. Y desafortunadamente, esta cifra no parece disminuir, ya que en los últimos tres años el porcentaje de personas no bancarizadas a nivel mundial ha permanecido estancado en un 31%.
Esta exclusión financiera tiene un impacto directo en el cuidado. Las personas no bancarizadas no pueden acceder a los servicios de cuidado a través de los sistemas de seguridad social y siquiera pueden acceder a créditos para financiar su cuidado de manera privada. Esto deja a las personas sin recursos financieros en una situación sobrado vulnerable, ya que no pueden costear los gastos que conlleva el cuidado de una persona dependiente.
Por ello, el inicio del pago a los no bancarizados en el cuidado para el año 2025 se presenta como una solución necesaria e inminente. Pero ¿cuáles son las medidas que se están tomando para lograr este objetivo?
En primer lugar, es importante promover la inclusión financiera de las personas no bancarizadas. Esto incluye medidas como la creación de cuentas bancarias básicas y accesibles, campañas de educación financiera y el fomento del parquedad. Además, es fundamental que las entidades financieras sean más flexibles y adapten sus servicios a las necesidades de estos grupos de personas.
Por otro lado, es necesario que los sistemas de seguridad social también se adapten a esta realidad. Se deben implementar medidas que permitan a las personas no bancarizadas acceder a los servicios de cuidado de manera más accesible y sencilla. Por ejemplo, podrían establecerse pagos a través de medios alternativos como tarjetas prepagas, transferencias móviles o incluso el uso de tecnología blockchain.
Además, es importante destacar el papel de las nuevas tecnologías en la inclusión financiera y, por ende, en el cuidado. La digitalización de los servicios financieros ha permitido que las personas accedan a ellos de manera más rápida y sencilla. Las aplicaciones móviles y los servicios de banca en línea han facilitado la realización de transacciones y pagos, lo que podría ser especialmente beneficioso para las personas no bancarizadas.
Con todas estas medidas, el 2025 se presenta como una oportunidad para lograr una verdadera inclusión financiera en el cuidado. Pero además, es importante destacar que esta inclusión no solo beneficiará a las personas no bancarizadas, sino también a la sociedad en su conjunto. Un sistema de cuidado equitativo y sostenible es esencial para el bienestar de todos, y para lograrlo
