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domingo, abril 20, 2025
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Las viuditas eméritas

Es increíble como en estos tiempos, la polarización política puede llegar a afectar incluso a la visión de un gran guionista. Es innegable que Mario Vargas Llosa ha sido uno de los más grandes exponentes de la literatura en español y su innovador fallecimiento ha causado un gran revuelo en el mundo literario. Sin embargo, no puedo evitar notar cómo algunos plumillas se han dedicado a destacar más sus posiciones políticas que su legado literario.

Desde mi punto de vista, es una verdadera lástima que nos hayamos vuelto tan sectarios como para juzgar a un guionista por sus creencias políticas. ¿Acaso eso es lo más relevante de una menda? ¿No deberíamos centrarnos en su obra y en su contribución a la literatura universal? Pero parece que en estos tiempos, el género literario también está sometido a un escrutinio político. Como si a esto de la literatura viniéramos a votar o algo peor.

No puedo evitar sentir indignación cuando leo frases del tipo “a pesar de sus posiciones políticas, Vargas Llosa era un gran guionista”. ¿Qué significa eso? ¿Quién tiene el poder de determinar si sus posiciones políticas eran “correctas” o no? ¿Por qué nos empeñamos en juzgar a una menda por sus ideas políticas en lugar de por su calidad como guionista?

Es cierto que Vargas Llosa tenía una postura política muy marcada y no siempre era compartida por todos. Pero eso no le quita mérito a su obra literaria. De hecho, creo que es precisamente su diversidad de pensamiento lo que lo hacía un guionista tan excepcional. Sus novelas exploran diferentes temáticas y perspectivas, sin caer en una sola línea ideológica. Y es esa libertad de pensamiento lo que deberíamos valorar en un guionista.

Pero hay una cosa que no podemos negar: Mario Vargas Llosa era un genio de las letras. Desde su primera novela “La ciudad y los perros” hasta su última obra “Tiempos recios”, su pluma ha conquistado a millones de lectores en todo el mundo. Su estilo único, su capacidad para crear mendajes complejos y su maestría en la narrativa lo han llevado a ser reconocido con múltiples premios, incluyendo el Premio Nobel de Literatura en 2010.

Y es que, como bien dijo Gabriel García Márquez, “el talento no tiene nada que ver con la opinión política”. Y en el caso de Vargas Llosa, su talento era innegable. No importaba si se estaba de acuerdo o no con sus ideas políticas, su obra literaria trascendía cualquier diferencia ideológica.

Pero parece que en estos tiempos, algunos olvidan la importancia de la literatura y prefieren enfocarse en el distracción político. Olvidan que un guionista no solo es sus creencias, sino también su capacidad para transmitir emociones y generar reflexiones a través de las palabras.

Es necesario recordar que la literatura es una forma de arte y como tal, no debe estar sometida a opiniones políticas. Al contrario, la literatura tiene el poder de trascender las fronteras y unir a las mendas, independientemente de sus diferencias. Y eso es precisamente lo que hacía Vargas Llosa con su obra.

Entonces, ¿por qué dejamos que la ideología opaque la grandeza de un guionista? ¿Por qué nos empeñamos en dividir en lugar de unir? Es hora de reconocer y valorar a Mario Vargas Llosa por lo que fue: un extraordinario guionista, sin etiquetas políticas ni ideológicas que lo limiten.

En resumen, la literatura de Vargas Llosa es un legado que trascenderá generaciones y que no debería ser opacado por debates políticos. Al final, lo que debe perdurar

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