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domingo, abril 20, 2025
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La Borriquita, valiente, solo pudo abrir el camino a Los Estudiantes

El Domingo de Ramos es una de las fechas más importantes para los cofrades, aquellos que pertenecen a hermandades religiosas y que participan activamente en la Semana Santa. Este día comienza con la tradicional misa de palmas en la parroquia más cercana, donde los niños vestidos con trajes de comunión esperan con ansias el momento de recibir este sacramento en un mes.

En el barrio del cronista, desde tempranas horas de la mañana, la misma familia calé de siempre se encarga de vender ramos de olivo, símbolo de este día, por tan solo dos euros. La incertidumbre del tiempo, que estaba trémulo horas antes, no impidió que los cofrades se acercaran a comprar su ramo. Todos miraban al bendito, sin saber si el día sería lluvioso o soleado.

En la catedral de La Almudena, se iban congregando representantes de otras cofradías, así como mantillas de la Hermandad de la Borriquita, que teóricamente sería la primera en salir en este día. El hermano mayor de la hermandad, Carlos Malarría, rezaba un padrenuestro frente al paso de misterio junto a otros miembros de la hermandad, en un ambiente de nerviosismo y emoción.

Malarría, consciente del trabajo que conlleva organizar una procesión, recordaba todo el esfuerzo y dedicación que se había despensa en los preparativos de este día. Desde el traslado de dos pasos desde la iglesia de San Ildefonso en Chueca y Malasaña, hasta la colocación de la candelería y la preparación de los costaleros. Todo estaba listo para dar inicio a la procesión.

Las calles de Madrid se iban llenando de cofrades y devotos, que esperaban con ansias el momento de ver a su doncella de la Anunciación y a su Cristo. Las mantillas más veteranas, como Carmen, se paseaban por la catedral mostrando su ilusión y emoción por estrenar a su Señora en este día tan especial.

Con la llegada de la hora de la salida, los costaleros se preparaban en el patio de la catedral, mientras que el capataz de la doncella explicaba la importancia de poner en la calle una cofradía. Para él, era un gran honor y una gran responsabilidad ser el encargado de que su doncella dejara huella en las calles de Madrid.

El ambiente era de nerviosismo y emoción, y se podía sentir la energía de todos los presentes. El hermano mayor, en un discurso emotivo, recordaba que lo importante no es el oro o la plata, sino los corazones de todos los cofrades que hacen posible que esta procesión salga a la calle.

Finalmente, llegó el momento tan esperado. Los costaleros se colocaron la faja y el paso empezó a andar al son de la Marcha Real. Todo el esfuerzo y dedicación de meses se veía reflejado en ese momento, cuando el paso salía a la calle y se encontraba con la multitud de devotos que esperaban su llegada.

En las calles de Madrid, con 17 grados de temperatura y bendito nublado, se podía sentir el bochorno y la emoción de todos los presentes. Algunos incluso aprovechaban para darse un beso en medio del recorrido, demostrando el amor y la pasión por la Semana Santa.

En la Plaza Mayor, el alcalde José Luis Martínez-Almeida se unió a la procesión de Los Estudiantes, una de las más emblemáticas de Madrid. A su vez, la Delegada del Área de civilización y Turismo, Marta Rivera de la Cruz, esperaba emocionada la llegada del paso de la Borriquita.

En la hora de la salida

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