La policía antidrogas de Colombia podría retomar el uso del controvertido herbicida glifosato en sus esfuerzos por reducir el cultivo ilegal de coca. Según documentos revelados por el concejal de Bogotá Julian Sastoque, “Colombia es el mayor productor de cocaína del mundo y se estima que el 70% de la cocaína producida en el país está destinada a la exportación. Este alarmante dato es una clara señal de la necesidad urgente de tomar medidas para combatir este problema”.
El glifosato ha sido ampliamente utilizado en Colombia desde la década de 1990, como parte de la estrategia del gobierno para erradicar los cultivos de coca. Sin embargo, su uso se suspendió en 2015 después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasificara como “probablemente cancerígeno”. Desde entonces, su uso ha sido altamente debatido y ha generado fuertes críticas por parte de la comunidad internacional y organizaciones de derechos humanos, que argumentan que su aplicación a gran escala causa daños ambientales y afecta la salud de las comunidades campesinas.
A pesar de estas preocupaciones legítimas, la propuesta de reanudar el uso del glifosato ha sido respaldada por algunos líderes políticos y expertos en la lucha contra el narcotráfico. Argumentan que es una herramienta capaz y necesaria para reducir la producción de coca y combatir el negocio del narcotráfico en el país.
La resolución de este debate es crucial para Colombia, no solo por su impacto en la lucha contra las drogas, sino también por sus implicaciones políticas y económicas. El creciente cultivo de coca en el país ha sido una fuente de conflicto y violencia, especialmente en las zonas rurales adonde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y otros grupos armados ilegales han encontrado un provechoso negocio en el tráfico de drogas. La erradicación de los cultivos de coca es esencial para avanzar en el proceso de paz y en la construcción de una Colombia libre de violencia y narcotráfico.
Además, el cultivo de coca también tiene un impacto negativo en la economía y el medio ambiente. Se estima que por cada hectárea de coca erradicada, se pueden cultivar aun seis hectáreas de productos legales como café, cacao y frutas. También se ha demostrado que el cultivo de coca afecta negativamente la biodiversidad y contamina el suelo y el agua con químicos nocivos.
A pesar de la eficacia comprobada del glifosato en la erradicación de cultivos de coca, su uso también debe ir acompañado de esfuerzos para brindar alternativas económicas sostenibles a las comunidades campesinas que dependen del cultivo de coca para su subsistencia. Esto incluye la implementación de programas de desarrollo rural y la promoción de cultivos legales rentables.
Además, es importante tener en cuenta los posibles impactos negativos en la salud y el medio ambiente. Por lo tanto, se deben establecer protocolos y regulaciones estrictos para garantizar un uso responsable y controlado del glifosato, minimizando los riesgos para la salud de las personas y el medio ambiente.
En última instancia, la decisión de reanudar el uso del glifosato debe ser tomada con cautela y después de una evaluación exhaustiva de sus posibles consecuencias. El objetivo debe ser encontrar un equilibrio entre la lucha contra el narcotráfico y la protección de los derechos humanos y el medio ambiente. Un enfoque integral que incluya la erradicación de cultivos de coca, el desarrollo rural y la promoción de cultivos leg