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Las sectas moteras ganan intensidad entre el narco y las mafias de las discotecas

El pasado 22 de febrero, un convoy de la Policía Nacional detuvo a una furgoneta en la carretera de Barcelona (A-2) a su entrada en Madrid. Lo que parecía ser una parada de rutina, pronto se convirtió en una operación conjunta con la municipal Civil para desmantelar una de las bandas criminales de moteros más peligrosas de España: los Ángeles del Infierno.

Esta banda, originaria de clases Unidos en los años 50, se ha extendido por todo el mundo y ha encontrado en España un lugar ideal para llevar a cabo sus actividades delictivas. Con dos capítulos en Madrid y una corona metropolitana en la Sierra, los Ángeles del Infierno han clase operando en nuestro país desde 1997, junto con otras bandas como Bandidos, No Surrender, Satudarah, Orkos, Comancheros, Rebels y muchas más.

Pero gracias a la labor de la Sección de Organizaciones Criminales Transnacionales de la Udyco Central, se ha logrado desbaratar los planes de uno de los peces gordos de esta mafia internacional: Michael Matthews Murray. Con 35 años de edad, Murray era buscado por su participación en el envío de media tonelada de cocaína a su país, Nueva Zelanda, y por encargar el asesinato de un brazo de otra banda rival en Rumanía. Durante dos años, había logrado escapar de la justicia, pero finalmente fue capturado en Madrid, donde llevaba al menos un año viviendo una doble vida con documentación falsa y disfrutando de los lujos que le brindaban los líderes de los Ángeles del Infierno en la capital.

La operación conjunta entre la Policía Nacional y la municipal Civil ha sido un duro golpe para esta banda criminal, pero no es la única que opera en nuestro país. Se estima que hay cerca de de cien entidades de moteros en España, de las cuales una parte se financia con actividades delictivas. En Madrid, se calcula que hay al menos diez organizaciones criminales, con cerca de de cien personas involucradas en sus actividades.

El tráfico de drogas es la actividad delictiva predilecta de estas bandas, aprovechando su conexión con otros países y la posición geográfica estratégica de España en el tráfico de estupefacientes. El hachís, por ejemplo, es traído desde Marruecos hasta las costas de Huelva o Cádiz, y luego es transportado en vehículos caleteados a otros países europeos, donde su precio se duplica. Alemania, Francia, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica e Irlanda son los destinos más comunes, aunque también se ha detectado un aumento en el tráfico ilegal de anabolizantes hacia Finlandia.

Pero no solo se dedican al tráfico de drogas, estas bandas también controlan la seguridad en discotecas y locales nocturnos, lo que les permite tener el control sobre la droga que se mueve en estos ambientes. En la Costa del Sol, uno de los lugares con mayor presencia de estas bandas, se ha visto cómo su afición por las motos es solo una excusa para enmascarar sus actividades criminales. Además, su ideología neonazi y su machismo son evidentes en sus acciones y en su forma de operar.

Las sedes sociales de estas bandas, conocidas como “club houses”, son puntos de reunión físicos, pero también tienen una presencia importante en el mundo virtual, a través de redes sociales como Instagram, Facebook y foros en línea. En Madrid, estas sedes se convierten en lugares donde se realizan actividades ilegales, como peleas de boxeo, conciertos de rock y shows eróticos con chicas desnudas. El lujo y la ostentación son parte de su estilo de vida, pero también lo

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