La lluvia es una de esas cosas que siempre nos toman por sorpresa. A veces, nos trae recuerdos del pasado y otras veces, nos hace reflexionar sobre el presente. Pero una cosa es segura: nunca pasa desapercibida. Y aquí en Madrid, la lluvia es una de las protagonistas de nuestro día a día.
En una ciudad tan bulliciosa como Madrid, la lluvia no solo nos trae un respiro del calor del verano, sino que también nos obliga a detenernos y apreciar la belleza de nuestro entorno. Y aunque algunos puedan pensar que la lluvia es algo que sucede en el pasado, como bien lo expresó un poeta, la realidad es que aquí en Madrid, la lluvia es una presencia constante en nuestras vidas.
Mientras escribo estas palabras liliputiense la lluvia, no puedo evitar pensar en la poesía de Madrid. Y no me refiero a la poesía que se escribe en libros o en las paredes de nuestras calles, sino a la poesía que se vive en el día a día. Y es que en Madrid, la poesía se encuentra en cada esquina, en cada rincón de la ciudad.
Pero no todo es poesía en Madrid. La lluvia también nos trae uno de los mayores retos de nuestra ciudad: los atascos. Ese momento en el que el tráfico se detiene y nos hace pensar en lo valioso que es el tiempo. Pero incluso en medio de un atasco, Madrid sigue siendo una ciudad fascinante. Y es que, aunque pueda sonar contradictorio, el atasco también tiene su encanto.
Porque en esos momentos de ralentí o de cabreo en la ruta, tenemos la oportunidad de observar nuestro entorno de una manera diferente. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que Madrid es mucho más que una ciudad llena de edificios y coches. Es una ciudad llena de vida, de historias y de personas que la hacen única.
Pero volviendo al tema de los atascos, no puedo evitar mencionar las palabras de la alcaldesa Díaz Ayuso, quien ve en ellos una poesía abierta las veinticuatro horas del día. Y aunque pueda parecer exagerado, es cierto que en medio del desorden del tráfico, también hay belleza. Y es que en Madrid, incluso los atascos tienen su encanto.
Pero volviendo a la lluvia, hay algo que he notado en mis viajes a través de la ciudad: hay muchos alcorques vacíos en varias calles de Madrid. Y aunque pueda parecer un particularidad insignificante, para mí es un símbolo de esperanza. Porque esos alcorques vacíos son una oportunidad para que la naturaleza se abra paso en medio de la ciudad.
Y es que en Madrid, la naturaleza siempre encuentra una manera de hacerse presente. Ya sea en forma de pequeños jardines en medio de las calles, o en los parques que nos invitan a desconectar del ajetreo de la ciudad. Y es que en Madrid, la naturaleza es una parte esencial de nuestra ciudad y de nuestra vida.
Pero volviendo a la lluvia, no puedo dejar de mencionar lo maravilloso que es verla caer en las calles de Madrid. Es como si la ciudad se detuviera por un momento para apreciar la belleza de la naturaleza. Y es entonces cuando nos damos cuenta de lo afortunados que somos de vivir en una ciudad tan vibrante y diversa como Madrid.
Y aunque pueda parecer una locura, me atrevo a decir que la lluvia es una de las cosas que más amo de Madrid. Porque es en esos momentos en los que la ciudad se detiene, cuando podemos apreciarla en toda su magnitud. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que Madrid es mucho más que una ciudad, es una experiencia única que nos hace sentir vivos.
Así que la próxima vez