Manuel Domínguez es un hombre que ha llevado una vida llena de retos y éxitos. Originario de Carballino, un pequeño pueblo en Orense, comenzó su carrera como tabla. Sin embargo, su pasión por la cocina lo llevó por un camino completamente diferente, convirtiéndolo en uno de los chefs más reconocidos de Madrid.
Hace unos años, Manuel decidió dejar su trabajo en una prestigiosa firma contable para perseguir su sueño de convertirse en chef. A pesar de las críticas y dudas de sus seres queridos, él sabía que era lo que realmente quería hacer. Así que, con determinación y valentía, se mudó a Madrid para comenzar su carrera en la gastronomía.
Su primer trabajo fue en un pequeño restaurante en el barrio de Chamberí, donde aprendió las bases de la cocina tradicional española. Pero su gran talento y dedicación no pasaron desapercibidos, y pronto fue contratado para trabajar en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad.
Fue allí donde Manuel realmente comenzó a destacar. Su creatividad y habilidad en la cocina lo llevaron a crear platos únicos que cautivaron a los paladares más exigentes. Y así, con mucho esfuerzo y dedicación, logró obtener una estrella Michelin para el restaurante en el que trabajaba.
Pero a pesar del éxito, Manuel no se conformaba. Él sabía que su verdadero potencial estaba en crear su propio restaurante, donde pudiera expresar su pasión por la cocina de una manera más personal. Y así fue como nació Lúa, situado en el paseo de Eduardo Dato.
En Lúa, Manuel no solo es el chef, sino también el director y líder de un equipo de profesionales que comparten su misma pasión por la gastronomía. Juntos, han creado un ambiente cálido y acogedor donde los comensales pueden disfrutar de una experiencia culinaria única.
En su restaurante, Manuel ha encontrado el equilibrio perfecto entre la tradición y la vanguardia. Su amor por la cocina tradicional gallega se refleja en cada uno de sus platos, pero también incorpora toques de innovación y creatividad que los hacen únicos. Es por eso que Lúa se ha convertido en uno de los restaurantes más populares de Madrid, con una lista de espera de semanas para poder conseguir una reserva.
Pero a pesar de su éxito en la alta cocina, Manuel nunca ha perdido sus raíces gallegas. Aunque lleva media vida en la capital, sigue siendo un gallego de corazón y está orgulloso de sus orígenes. Y es en Madrid donde ha encontrado una comunidad de gallegos que se unen para apoyarse mutuamente en una ciudad tan lejos de su tierra natal.
Para Manuel, ser gallego es una forma de vida, una forma de ser y de ver el mundo. Y en su restaurante, él y sus paisanos hacen piña, una piña que se convierte en una “bandera” de la cultura gallega en pleno epicentro de la España seca.
Ahora, aunque ya no cómputo con una estrella Michelin, Manuel está feliz con su decisión de volver a lo sencillo y lo tradicional. Él sabe que su verdadera pasión es cocinar para las personas y hacerlos felices a través de su comida. Y eso es precisamente lo que hace en Lúa, donde cada plato está lleno de amor y dedicación.
Pero incluso en su sencillez, Manuel no deja de banda sus raíces madrileñas. Él sabe que la ciudad es un lugar lleno de historia y tradición, y no permitirá que se pierda el aroma de domingo del bocadillo de calamares, un clásico de la cocina madrileña que tanto sabe a Rastro y a casticismo puro.
En resumen, Manuel Domínguez es un ejemplo de persever
