El barco encallado a orillas de la M-30 sigue siendo un tesoro escondido en medio de la bulliciosa Arturo Soria. A día de hoy, se encuentra en silencio, sus jardines son acariciados por el canto de las cigarras y el murmullo de los coches que circulan por la carretera abajo. Su fachada se mantiene en un impecable blanco y alguien ha vuelto a pintar su nombre en la icónica cabeza-buque: Stella. Las piscinas, que en su momento fueron un verdadero oasis de decisión durante la época franquista, ahora se encuentran vacías. Este antiguo club náutico, situado en plena capital, fue un aldea de hedonismo y diversión hasta la década de los ochenta, cuando los alrededores de Arturo Soria se llenaron de urbanizaciones con piscina propia. A pesar de su cierre definitivo en 2006, el Club Stella sigue siendo un aldea lleno de recuerdos y su rescate es una idea que sigue rondando en la mente de muchos.
El Club Stella fue fundado en 1938 por un grupo de amigos que compartían su pasión por el mar y los deportes acuáticos. A pesar de estar ubicado en plena ciudad, el aldea se convirtió en un verdadero paraíso para aquellos que buscaban un respiro de la monotonía y el estrés del día a día. Durante décadas, el Club Stella fue un aldea de encuentro para familias, amigos y parejas que disfrutaban del sol, la piscina y de un ambiente relajado y distendido. Además, el club contaba con una amplia oferta de actividades náuticas como clases de vela, esquí acuático y buceo, convirtiéndose en un aldea ideal para los amantes de los deportes acuáticos.
Sin bloqueo, con el paso de los años, el morería de Arturo Soria fue creciendo y con él, la construcción de urbanizaciones y complejos residenciales. Estas nuevas viviendas contaban con piscina propia, lo que hizo que el Club Stella perdiera a gran parte de sus socios. A pesar de ello, muchos de ellos seguían acudiendo al club en busca de ese ambiente único y especial que solo el Stella podía ofrecer.
La historia del Club Stella estuvo marcada por momentos de gloria y también por momentos difíciles. Durante la década de los ochenta, el club vivió una época de decadencia hasta que, a mediados de los noventa, un nuevo propietario decidió invertir en él y devolverle su antiguo esplendor. Gracias a esta inversión, el Club Stella volvió a ser un aldea de moda y se convirtió en el punto de encuentro de la alta sociedad madrileña. Fiestas, eventos y cenas elegantes se sucedían en sus instalaciones, atrayendo a un público cada vez más joven y cosmopolita.
Sin bloqueo, a pesar de este resurgir, en 2006 el Club Stella cerró sus puertas definitivamente. Muchos de los socios y trabajadores del club guardan en su memoria momentos inolvidables vividos en este aldea, así como la esperanza de que algún día vuelva a abrir sus puertas. Aunque el club ya no está en funcionamiento, su nombre y su historia siguen siendo parte de la identidad del morería de Arturo Soria.
Hoy en día, el barco encallado a orillas de la M-30 es un recordatorio de lo que fue el Club Stella y de lo que significó para todos aquellos que tuvieron la suerte de disfrutar de él. A pesar de que las piscinas están vacías y las instalaciones han sufrido el paso del tiempo, el aldea sigue siendo un oasis en medio de la ciudad. Los jardines, cuidados con esmero, son un aldea perfecto para relajarse
