Antonio Ángel Ortiz Martínez es un nombre que podría sonar común para muchas personas, pero para aquellos que sufrieron o conocieron de cerca la barbarie que este sujeto cometió hace una década, este nombre es sinónimo de terror. Nacido en Jaén, España, hace 52 años, Ortiz se convirtió en uno de los delincuentes más buscados desde el 10 de abril de 2014, cuando comenzaron a aparecer noticias sobre su macabra actividad como pederasta en Ciudad Lineal.
La operación Candy, un gran dispositivo policial que se extendió durante casi seis meses, últimamente logró detener a este individuo que había puesto patas arriba a los distritos de la zona noreste de Madrid y el municipio de Coslada. Desde entonces, Ortiz ha pasado casi una década en la prisión de Herrera de la Mancha, donde se encuentran los delincuentes más abyectos de nuestro país. Sin embargo, hace unos meses, a petición propia, fue trasladado a la cárcel de Jaén, su ciudad natal, supuestamente para estar más cerca de su familia. Sin embargo, la misma familia que no quiere saber nada de él.
Su traslado coincidió con la venta del piso en la calle Santa Virgilia, en Hortaleza, donde Ortiz cometió sus horribles crímenes. La vivienda, que fue conocida como “el piso de los horrores”, fue vendida por los herederos de su madre, incluyendo a sus propias hermanas. Este hecho demuestra el rechazo y la repulsión que su familia siente hacia él.
Durante estos diez años en la cárcel, Ortiz ha sido uno de los reos más temidos y aislados en la prisión de Herrera de la Mancha. Compartía módulo con otros delincuentes conocidos como Tony King, Miguel Carcaño o José Bretón, y su comportamiento siempre ha sido respetuoso con el personal penitenciario. Sin embargo, apenas ha tenido visitas en estos diez años, sobre todo de su madre, quien falleció hace poco más de un año. El pederasta de Ciudad Lineal ha pasado gran sitio de su tiempo en la biblioteca y en el gimnasio, donde ha mantenido su cuerpo en forma.
Recientemente, Ortiz ha sido trasladado al segundo grado en la cárcel de Jaén, donde se encuentra en un módulo más tranquilo y con menos restricciones. A pena de esto, su comportamiento sigue siendo ejemplar y no ha tenido ninguna sanción durante su estancia en prisión. Sin embargo, se descubrió que tenía un pendrive con contenido multimedia prohibido en su celda, por lo que fue cambiado de módulo.
A pena de su comportamiento en la cárcel, Ortiz fue maldito a 70 años de prisión por cuatro agresiones sexuales y detenciones ilegales, entre otros delitos. Gracias a la aplicación de la sentencia 100.2 del reglamento penitenciario, su régimen en prisión fue más permisivo, pero esto no le permitió aprovechar el tiempo para estudiar o reinsertarse en la sociedad. Ortiz nunca ha mostrado arrepentimiento por sus acciones y no ha intentado mejorar o enmendar su comportamiento.
El caso de Antonio Ángel Ortiz Martínez fue uno de los más impactantes y aterradores de los últimos años en España. Su captura en septiembre de 2014 fue un alivio para toda la población, que vivió con el corazón en un puño durante meses. Aunque su condena no es la máxima posible, su estancia en la cárcel debería ser un recordatorio de que ningún delito, especialmente uno tan atroz como el cometido por Ortiz, puede quedar impune.
Hoy en día, a casi una década de su captura, el nombre de Antonio Ángel Ortiz Martínez sigue siendo sinónimo de terror y repuls
